Este año hemos vuelto a salir con la tamborrada a animar un poco las calles de la parte vieja donostiarra. Tengo la costumbre de mirar de vez en cuando a las viejas casas de madera, para ver si encuentro a Agustin, escondido quizá entre alguna portezuela, mirando de reojo por algún ventanuco…. todavía no lo he encontrado, pero quién sabe!</p>

Ni

Me ha tocado ver en cambio, desperdigadas entre balcones y ventanas infinidad de máquinas, móviles en su mayoría, sostenidos por lo que parecen ser personas. Máquinas acumulando bits y bits de información al instante. Máquinas capaces de grabar y reproducir el recorrido al instante para que lo puedan ver desde Kuala-Lumpur.

Entre toda esa maraña de tapas negras con pequeños objetivos, con suerte también se encuentran ancianas que tímidamente descorren la cortina de la ventana, mirando vergonzosamente hacia la calle, no queriendo ser vistas. Señoras que tararean y se conocen todas y cada una de las canciones. Personas a las que un puñado de músicos aficionados, acompañados por unos pocos barriles y tambores les traen recuerdos tan vivos que les humedecen los ojos.

Al ver esto me pregunto qué pasará dentro de unos años con toda esa cantidad de bits acumulados, millones de píxeles guardados en un sólo día.... ¿conseguirán rememorar los acordes? ¿Darán la oportunidad de aprender alguna canción? ¿Puede que humedezcan algún ojo?
En unos años tendremos hasta lágrimas virtuales y quizá los móviles sean tan inteligentes como para emocionarse y llorar por nosotros.
Hasta entonces, espero poder disfrutar del público esquivo de los balcones; público que se emociona y es capaz de mirar la realidad sin tener una pantalla delante!

Mila esker lehio eta kale kantoietan gurekin gozatzen duzuen guztioi!