Hasta la vista, Agustín
“Hasta la vista Tío!” -le solía decir yo, y esperaba sonriente su rápida respuesta: “Eso le dijo un ciego a otro!”
Se nos ha marchado poco a poco, sin hacer mucho ruido, casi a escondidas dirá alguno. Como vino la enfermedad que le ha ido quitando sus mejores amigas, poquito a poco… sus comidas en la sociedad, la lectura y las ganas de quejarse. Porque Agustín siempre ha sido un poco cascarrabias, daba igual con quién, dónde y cómo. Era su forma de ser, su forma de enfrentarse a la vida, que no mostró siempre su mejor cara. Un cascarrabias con gran corazón, que ha estado hasta sus últimos días cuidando de Amona, cariñosamente, día a día, comida a comida. Compartiendo sus achaques, en los cuidados diarios, dónde nadie podíamos llegar, allí estaba él. Con sus bufidos característicos y refunfuñando del precio del pescado o el acoso a los fumadores, pero allí estaba. Dándole con sus ocurrencias un toque de humor especial a la vida.
[caption id=”attachment_1721” align=”aligncenter” width=”595”] Un sobrino feliz, una abuela feliz y Agustín.[/caption]
Gracias por todo Agustín, gracias por hacer fácil lo difícil y haber mirado a la muerte con esas ganas, ese humor y refunfuñando de vez en cuando. Las kokotxas que nos prometiste ya las comeremos en otro momento. Cuándo llegue la Tercera República.
Hasta la vista, Tío. Te echaremos mucho de menos.